putos

Medio año, dos abandonos, mentiras escuchadas y leídas, o suposiciones falsas, algo así. O mierditas en forma de corazones. Kittys diabólicas con látigos negros, barbies prostituyéndose en la zona roja, hombrecitos de día, putitos de noche. Doble moral.
Me descarné, sangre en mano verbalicé mi sentir, con una sola ganancia, esa de apostar los centavos a la sinceridad, a veces me preguntó para qué, quizás nunca llegue a la respuesta.
Dijo él que no hay que guardarse nada porque eso es morirse un poco, quizás, seguramente decir no sea el equivalente a la vida pero es algo al menos. Igual a veces preferiría no vivir, pero esa decisión no es viable.
Me quedo con mi mitad, que es mi entero para cuando alguien lo quiera acurrucar.

Repleta de enojo.
Tristeza.
Preguntas.
Agua.

Como todo, como todos, esto se me terminará pasando. De mientras cada cosa sabe a mugre, el vacío, y la tele que no deja de escupir putas con suerte.
A juntar las barajas hasta la próxima vuelta o revuelta.
La sensación de las manos regresó, esa y la de las piedras en la garganta, atorada, un compilado podría recitar pero no existe a quien.
Queda esperar que las horas se sumen en días y con eso la calma, la mía, al menos un rato, hasta que me enriede de nuevo en los hilos asedados.
Cada punto es un descuento a la vida familiar, eso quizás sea lo más triste y el más profundo de mis miedos.

Te quiero tanto, pensé que podía ser.