18.2.15

una copia cruel

34 años después sigo siendo muy pequeña muchas veces. Arrojé la comida como si tuviese dos años, encaprichada y sin razones, lo único que me vuelve a mi lugar es poder pensar, pero primero tengo que salir de ese estado embriagador. Cuesta. Pasa el tiempo y solamente logro sentirme mal.

Parar. Parar. Parar.

Todavía no sé cómo se hace para dejar de ser aquello que fue (fui) alguna gente. Quiero desaprender lo malo. Me arrojo a la lectura para ver si algo me calma. 

Perdón por tan poco. 

¿Vieron que los libros a veces son como pastillas?

3 limas:

Gabriel I. dijo...

Mirá, no sé si se puede desaprender, pero sí tomarse un segundo antes de cada cosa. No todas, por supuesto, pero sí empezar por las chiquitas, casi pavotas. Se supone que la diferencia que tenemos (34 años vos, casi 35 yo) con respecto a nuestra "pequeñitud" (sic) es eso que llaman experiencia (o la vida misma), que hace que uno se vaya comportando de tal o cual manera.

Igual, no está mal volver a la visión de los chicos de cuando en cuando, mucho más inocente y menos contaminada.

Beso!

Limada dijo...

Gabrielli, pero está bien cuando sos grande-niño y te sonríen, el tema son las rabietas que todos odiamos. Detestable.

hernan dijo...

No estoy seguro, pero a esta hora me da que pensar que las reacciones intempestivas de adultos son bastante más dañinas (y auto lesivas) que mantener las formas infantiles de la ira.