Amar, temer, partir.

Dice que podés dejar todo en sus manos, que te ama incondicionalmente, que la angustia y la tristeza procede de otro lugar, que confíes y descanses.

Quisiera creer, sería todo tanto menos complicado. En realidad mi cabeza tiene un algoritmo hecho mierda, o algo así, sino no se entiende tanta rosca sin sentido.

De todas las cosas que recorrió el pensamiento, hizo dos columnas mentales, sumó, restó y multiplicó, fue ahí cuando decidió que definitivamente, y por sanidad mental necesaria, a veces simplemente es mejor soltar, y dejar a la buena del viento que las personas continúen su camino a como sea.

Eso también es amar, hacerse cargo de que a veces no se puede, de que no es posible, de que no somos, de que no es el lugar, de que a veces una es un poco inoportuna en la llegada, que mejor es tener el recuerdo más intacto y hermoso posible, y no inundar todo de resentimiento.

De esas veces en las cuales sentís, sentís y sentís, pero cada uno tiene tiempos distintos, momentos dispares, deseos y anhelos diferentes, y te quiero tantísimo, y te dejo ser.

Y no queda otra más que retirarse, con la única certeza de que eso es lo mejor en este momento, y quizás para siempre.

Bueno, eso.