Ayer me tocó un viaje en colectivo largo, así que Andrelo cantaba, mientras divagaba en mis pensamientos, que se encadenaban todos sin sentido aparente.
Recordé algo que años atrás dijo mi hermana, religiosa por opción, cuasi fanática.
Algo desdibujada rearmé una de las últimas conversaciones que tuve con ella, dijo algo de no se qué, cuándo, ni cómo, todos vamos a estar marcados, y que las marcas iban a estar en no se que cosa.
Ultimamente la entendía tan poco... La entiendo poco.
Y quizás yo hubiera querido hablar de marcas más reales, de las que todos tenemos, de las que cada día vamos juntando.
De las veces que dijiste que si y te respondieron que no.
De las veces que quisiste que sea y no fue.
De las veces que te tuviste que rearmar y volver al ruedo.
De las veces que rompieron tus sueños y amaneciste... Soñando de nuevo.
De las veces que tuviste que dejar los sentimientos de lado para poder sobrevivir.
Por esas marcas voy a responder si es que Dios existe, y le voy a mostrar mis rodillas marcadas, la mirada limpia, las manos abiertas, y el cuerpo lleno de todo esto que vamos recogiendo por el camino. Y que nos vuelve tan reales a todos. Tan iguales.